martes, 2 de julio de 2013

Como se produjieron las invasiones inglesas...


Los protagonistas de las Invasiones Inglesas


Causas de la Invasiones Inglesas

  • Vinculación de la política española con la francesa: España y Francia eran gobernadas por dos ramas de una misma dinastía que “firmaron” un tratado llamado Pacto de Familia (ayuda mutua), así como España participó al lado de Francia en la guerra contra Inglaterra por problemas de rivalidad en Europa y en las colonias de Asia y América.
  • Antagonismo entre españoles e ingleses: originado por las luchas entre Felipe II e Isabel debido a la diferencia religiosa entre católicos y protestantes.
  • El desarrollo económico de Inglaterra y su búsqueda de nuevos mercados: Inglaterra, que había progresado con las maquinas de vapor, explotación de hulla y hierro y el aumento de su marina mercante. El exceso de producción presentó tres temas: encontrar consumidores, obtener materia prima y asegurarse el dominio del mar y la ocupación de puntos estratégicos en las rutas comerciales. Para esto la América española seria uno de sus objetivos.
  • La debilidad española: los borbones no pudieron remediar el estado en que había caído España con los últimos reyes de la casa de Austria (crisis). Las bajas finanzas y la falta de recursos bélicos impedían su producción.
  • La ignorancia inglesa con respecto a los hispano-americanos: Los ingleses creían que los indígenas aceptarían pacíficamente un cambio de dominación y los criollos también.
  • La independencia de EE.UU.: la separación de las colonias inglesas de la América del norte afectó al comercio ingles y a su vez amenazaba con competirlo, por lo tanto Inglaterra debía buscar puntos estratégicos cerca de EE.UU.
  • Las guerras contra la revolución francesa y Napoleón como consecuencia de la lucha que Inglaterra encabezó contra Francia (1793-1815) Se cerraron para ella los mercados europeos.
  • Los planes de Miranda: radicado en Londres, ayudó en la independencia de América fundando una sociedad secreta (la gran reunión americana o logia lautaro) a la cual se agregaron criollos residentes en Europa. Miranda elaboró un plan donde cuatro ejércitos ingleses invadirían Venezuela, Bs. As. , Valparaíso, y Panamá. Los dos últimos marcharon sobre lima pero fracasó.
  • La guerra anglo española (1796-1802): España participó en la 1ª coalición contra la revolución francesa, lo que provocó un acercamiento a Inglaterra pero luego se retiro de la lucha por la paz de Basilea y paso a ser aliada de Francia iniciándose así la guerra contra Gran Bretaña. Ésta duro seis años donde los españoles fueron vencidos en la batalla del Cabo San Vicente e Inglaterra ocupó las islas de Menorca en Europa y Trinidad en las zonas del Orinoco.
  • La agresión contra cuatro fragatas españolas: vuelve a estallar la guerra entre Francia y Gran Bretaña. Por su alianza con Napoleón, España tenia que intervenir y Carlos IV por un pacto secreto con Napoleón que cambiaba la colaboración armada por un subsidio mensual de 6.000.000 de francos. Inglaterra enterada de esto capturo cuatro fragatas españolas (cargadas de frutos y 4.000.000 de metálicos. Esto obligo a España a participar de la lucha.
  • Miranda preparó un plan para marchar a América pero la oposición rusa paralizo los preparativos. Napoleón quiso invadir Inglaterra pero termino con la derrota en Trafalgar.
    Inglaterra envía una expedición a la colonia del cabo debido a que Napoleón designa rey de holanda a su hermano Luis y por lo tanto esta nación se sumó a los enemigos de Inglaterra, por lo tanto Inglaterra decide invadir la colonia irlandesa del cabo de Buena Esperanza al África.
    Otra expedición fue atacar Brasil y de ahí fue al cabo, luego fueron a atacar el Río de la Plata con una escuadra al mando del Gral. Beresford.

    Convocatoria de Liniers a los vecinos de Buenos Aires

    " El justo temor de que veamos nuevamente cubiertas nuestras costas de aquellos mismos enemigos que poco hemos visto desaparecer huyendo de la energía y vigor de nuestro invencible esfuerzo (...) me hacen esperar que correréis ansiosos de prestar vuestro nombre para defensa de la misma patria que acaba de deberos su restauración y liberta (...). A este propósito espero que vengáis a dar el constante testimonio de vuestra lealtad y patriotismo, reuniéndose en cuerpos separados, y por provincias, y alistando vuestro nombre para la defensa sucesiva del suelo que poco hace habéis reconquistado (...). Vengan y unidos al esforzado, fiel e inmoral americano, y de los demás habitadores de este suelo, desafiaremos a estas aguerridas huestes enemigas (...)."
                                                              Proclama de Santiago de Liniers del 6 de septiembre de 1806, publicada en Valentín Alsina y Vicente Fidel López. 

    Las milicias provocan nuevos equilibrios políticos

    La presencia militar alteró completamente el equilibrio social y político de la capital del Virreinato,. A diferencia de lo que sucede en un ejército regular, los jefes milicianos eran elegidos por sus propias tropas; por ejemplo, los patricios eligieron a Cornelio Saavedra, junto con Esteban Romero y José Domingo de Urien. La mayor parte de lo elegidos eran comerciantes y, en segundo término, los que ocupaban niveles altos y medios de la burocracia virreinal. Las milicias se transformaron en la primera vía de politización para amplios grupos de la sociedad porteña, incluyendo a los sectores populares. Cuando el conflicto militar finalizó, las milicias tuvieron decisiva importancia en la vida política interna. Se convirtieron en un factor político especialmente porque desde la derrota marítima de Trafalgar (1805) la Corona española había perdido buena parte de sus contactos con América y ya no podía ejercer su rol de árbitro de los conflictos americanos. Su presencia se haría sentir durante la asonada del 1º de enero de 1808, a favor de su líder, Liniers, y fundamentalmente en mayo de 1810.

    Linea del Tiempo


    Origen y Conformación de las Milicias

    Luego de la primera invasión, la necesidad  de defender la ciudad llevó a Santiago de Liniers y al Cabildo a abocarse a la creación de un cuerpo de milicias que, como lo mostró el rechazo de la segunda invasión, cumplió con éxito su objetivo.
    Para ello, Liniers ordenó armar a todos los vecinos, los que debían ser distribuidos en cuerpos milicianos organizados según el lugar de origen o la casta de sus miembros. Para dar algunos ejemplos, Patricios ( oriundos de Buenos Aires), Húsares, Arribeños (integrado por voluntarios del norte del Virreinato) y Cazadores Correntinos (compuestos por criollos); luego estaban las milicias de Indios, Pardos y Morenos; y, finalmente, los españoles, que organizaron los regimientos de Gallegos, Andaluces, Vizcaínos o Catalanes.
    Los milicianos criollos eran ampliamente mayoritarios, lo cual puso en alerta a muchos españoles, que vislumbraron un peligro para su oposición privilegiada.
    El reclutamiento, que era voluntario, tuvo un éxito notable: un total de 8.000 hombres fueron armados, entre oficiales, suboficiales y milicianos. La cifra es realmente impactante, si se considera que al comenzar el siglo XIX Buenos Aires apenas contaba con una población de 50.000 habitantes, entre los cuales unos 15.000 eran esclavos.

    La mentira de las Balas De la Iglesia Santo Domingo

    Muchos porteños habrán observado en su cotidiano andar las torres de la Iglesia de Santo Domingo y notado las balas de cañón que están incrustadas en el frente. Lo que quizás muchos no sepan es que esos impactos son un símbolo de la defensa de la ciudad de Buenos Aires con motivo de la segunda invasión inglesa del año 1807. Cuando el 2 de julio de 1807 los ingleses intentaron apoderarse de Buenos Aires por segunda vez, el convento fue teatro de un glorioso episodio. Los invasores se habían atrincherado allí, y desde la única torre que tenía en aquel entonces ofrecían resistencia a las fuerzas de Santiago de Liniers. Muchos de los cañonazos disparados hacia el convento dieron en la torre, quedando las balas incrustadas en ella. En la época de Juan Manuel de Rosas, don José María Iturriaga hizo retirar las balas verdaderas y como recuerdo colocó en su lugar tacos de madera que son los que hasta hoy se conservan. Actualmente en los pasillos que circundan el altar mayor se encuentran exhibidas cuatro banderas tomadas por Liniers a los ingleses tras su rendición en Santo Domingo. Otra característica del templo es que en su atrio se encuentra el mausoleo que guarda los restos de Don Manuel Belgrano, quien fue sepultado con el hábito de la orden de los dominicos. Estos estuvieron primeramente sepultados bajo una losa, a la entrada de la iglesia, por voluntad testamentaria del general, que pertenecía a la Orden Tercera de Santo Domingo. También están sepultados en el convento los restos de los padres del general Belgrano, por las generosas contribuciones con las que habían favorecido al templo y los restos del general Antonio González Balcarce, de Hilarión de la Quintana y de Martín de Álzaga. 

    21 de mayo de 1942 fué declarado Monumento Histórico Nacional por decreto. 

    En la noche del 16 de junio de 1955 fue incendiado y saqueado, perdiéndose la mayor parte de sus documentos y reliquias. 



    Tercera Invasión Inglesa a Buenos Aires: 1808

    En 1805, España había puesto a disposición de Napoleón su Armada para la guerra naval contra los británicos, que culminaría en octubre con la destrucción de la marina española en la batalla naval de Trafalgar. La flota española que mantenía el comercio con las colonias se vio, a partir de ese momento, muy debilitada. Napoleón, al no poder invadir Gran Bretaña, que había afianzado su dominio sobre los mares, decidió un bloqueo comercial contra el Reino Unido impidiendo la entrada de sus productos a Europa. Pero en 1807, ese bloqueo fue rechazado por Portugal, aliado tradicional de Inglaterra. Entonces el Emperador de Francia decidió la invasión de Portugal.
    Francia y España ocuparon Portugal a fines de 1807, la corona Británica ordenó al Almirante Ingles Sidney Smith, que rescatara y trasladara a la familia real portuguesa hacia sus dominios en Sur América, instalándose la corona portuguesa en Río de Janeiro.
    Para Febrero de 1808, Inglaterra planificaba derrotar al virrey Liniers y reemplazarlo por un Regente con la Princesa Carlota, hija de Carlos IV Rey de España, instaurando en Buenos Aires, un Protectorado Inglés, en lugar del Virreinato del Río de la Plata.
    El 4 de julio de 1808 el Rey de Inglaterra, Jorge III, decretó el cese de hostilidades con España, terminó el bloqueo de los puertos españoles y permitió la entrada de buques españoles a los puertos de Gran Bretaña.  El tradicional adversario de España se convertía en aliado y Francia, que había sido siempre aliada de España, pasa a ser ahora el enemigo. Los planes del protectorado Inglés en Buenos Aires se esfumaron.

    Nuevo plan inglés para otra invasión a Hispanoamérica - Intento de la Tercera Invasión

    Los comerciantes británicos continuaron desesperados por el bloqueo continental de Bonaparte y aunque el fracaso del ataque de Whitelocke a Buenos Aires desanimó a los dirigentes ingleses, el gobierno de Londres reinició la idea de una intervención militar en América. Esta vez planeaba presentarse como libertador y no como conquistador, para así obtener el beneplácito de los criollos.
    El general Arthur Wellesley tomó a su cargo esta nueva acción, asesorado por Francisco de Miranda. Wellesley tuvo la idea de crear en América una monarquía constitucional, con dos cámaras como en Gran Bretaña, donde los integrantes de la Cámara Baja serían elegidos por los cabildos y terratenientes. Las demás instituciones coloniales españolas serían en principio conservadas.
    Las tropas destinadas a América se comenzaron a preparar en el puerto irlandés de Cork, a fines de 1807. El plan consistía en enviar nuevamente al Río de La Plata, con fecha de desembarco en junio de 1808, una fuerza con 10.077 soldados y llevar armamento tanto para las tropas británicas como para un ejército criollo que se pensaba constituir al llegar. También se enviaría una expedición militar a México.
    Pero al producirse el levantamiento del pueblo de Madrid durante la Guerra de la Independencia Española contra los franceses, el 2 de mayo de 1808, Wellesley ordenó a las tropas en Cork que fueran conducidas a Portugal con el objetivo de ir a brindar apoyo a la insurrección, desembarcando en ese país el 1 de agosto de ese año.
    De esta manera se diluyó el nuevo intento de una intervención militar inglesa al Río de la Plata.

    Algo habran hecho - Invasiones


    Link del Vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=IOePseOaCE0

    domingo, 30 de junio de 2013

    Las Invasiones Inglesas: Recorridos de las Tropas Inglesas


    LAS INVASIONES INGLESAS:

    Desde mediados del siglo XVIII, debido a la debilidad del Imperio español, los ingleses buscaron extender su presencia comercial mediante intervenciones armadas en las colonias españolas. Por ello en 1806, las tropas británicas desembarcaron directamente en Buenos Aires porque sabían que la ciudad no contaba con defensas. En cambio, durante la segunda invasión prefirieron tomar Montevideo y desde allí organizar las operaciones, dado que entonces Buenos Aires contaba con tropas milicianas. Las tropas milicianas eran grupos de gente armada sin experiencia.

    Aquí el recorrido que hicieron las tropas inglesas:

    Liniers, al frente de la resistencia, ordenó armar a todos los vecinos y distribuirlos en cuerpos milicianos.



    sábado, 29 de junio de 2013

    Consecuencias de las Invasiones Inlgesas

    Las Invasiones Inglesas pusieron de manifiesto el aislamiento de las colonias y la fragilidad del orden colonial. La falta de tropas regulares para defender la ciudad y la vacilación de las autoridades nombradas desde España, que en algunos casos incluso llegaron a jurar fidelidad a los invasores, mostraron las dificultades de la metrópoli para asegurar su control en el Río de la Plata.
    Por su parte, las autoridades ligadas al ámbito local, como el Cabildo, cobraron un nuevo protagonismo, ya que dirigieron la resistencia a los invasores. A su vez, los dirigentes de estas acciones, como Liniers y Álzaga, ganaron gran prestigio entre la población.
    Pero los hechos de Buenos Aires crearon, sobre todo, un precedente político peligroso para el orden colonial: la destitución  del rey por decisión de los vecinos de una ciudad. Era un hecho novedoso e inimaginable, ya que solo el rey podía nombrar y remover a un funcionario de esa jerarquía, que era su representante personal en las colonias.
    A esto se sumaba la creación de las fuerzas militares propias, las milicias, sostenidas con los impuestos que pagaban los vecinos y organizados por estos.
    Finalmente, aunque de breve duración, la experiencia del libre comercio, establecido por los ingleses en Buenos Aires y en Montevideo demostró las ventajas económicas que este aportaba a la región, en comparación con el sistema monopólico.

    viernes, 28 de junio de 2013

    Video sobre la segunda invasion inglesa


    Segunda Invasión Inglesa a Buenos Aires - Testimonios británicos del combate

    Avancé con los rifleros hasta el costado oeste del edificio del Colegio de los Jesuitas,9 sin sufrir pérdidas considerables, cuando, al adelantar el cañón liviano para abrir una brecha en la entrada principal del edificio, el enemigo apareció de repente en gran número en algunas ventanas, en la azotea de aquel edificio y desde las barracas del lado opuesto de la calle y desde el extremo de la misma. En un momento, la totalidad de la compañía de vanguardia de mi columna, y algunos artilleros y caballos fueron muertos o heridos...
    Teniente coronel Henry Cadogan.
    Antes de que me hubiese escasamente aproximado a la Iglesia de San Francisco, ya había perdido bajo el fuego de un enemigo invisible, y ciertamente inatacable para nosotros, los oficiales y la casi totalidad de los hombres que componían la fracción de vanguardia, formada por voluntarios de distintas compañías, los oficiales y casi la mitad de la compañía siguiente, y así en proporción en las otras compañías que componían mi columna...
    Teniente coronel Dennis Pack
    No bien alcanzamos la entrada de la iglesia de San Miguel, el enemigo comenzó un terrible fuego desde las casas opuestas. Habiendo perdido unos treinta hombres en esta entrada, y comprendiendo que era imposible forzar las puertas de la iglesia con las herramientas que me habían entregado, juzgué prudente desistir y penetrar más en la ciudad esperando encontrar una posición más ventajosa. Al abandonar la entrada de la iglesia fuimos castigados con un fuego continuado. Después penetré en la ciudad hasta que juzgué que me hallaba cerca de la fortaleza. Viendo que había perdido tanta gente en la calle, que los cuatro oficiales de granaderos estaban heridos, que el mayor, el ayudante y el cirujano auxiliar habían sido muertos, y que había perdido, entre muertos y heridos, de ochenta a cien soldados de mi débil columna, doblé a la izquierda y busqué refugio ocupando tres casas...
    Teniente coronel Alexander Duff

    Segunda Invasión Inglesa a Buenos Aires - Fuerzas defensoras de la capital

    La defensa de la ciudad se conformó así:
    • General en Jefe: brigadier de la Real Armada Santiago de Liniers
    • Mayor general: coronel Bernardo Velasco
    • Cuartel Maestre General: coronel César Balbiani
    • Comandante de Artillería: capitán Francisco de Agustini
    • Tren volante de Artillería: 49 piezas (4, 6, 8, 12 libras)
    • División de la Derecha (Bandera encarnada): formada por los batallones N° 1 y 2 de Patricios, Batallón de Marina, Compañía de Granaderos de Infantería, la mitad del tercio de Catalanes y dos Escuadrones de Caballería
    • División del Centro (Bandera blanca): formada por el Cuerpo de Naturales y Castas, Tercio de Galicia, Tercio de Andaluces, dos compañías del Tercio de Catalanes y un Escuadrón de Caballería
    • División de la Izquierda (Bandera azul): formada por el Cuerpo de Arribeños, un contingente del Regimiento Fijo de Infantería, el Tercio de Montañeses (Cántabros) y un Escuadrón de Caballería
    • División de Reserva (Bandera tricolor): formada por el Batallón N° 3 de Patricios, Cuerpo de Dragones (a pie), Tercio de Vizcaínos y un Escuadrón de Caballería

    Segunda Invasión Inglesa a Buenos Aires - Asalto y Defensa de Buenos Aires

    El alcalde de Buenos Aires, Martín de Álzaga ordenó montar barricadas, pozos y trincheras en las diferentes calles de la ciudad por las que el enemigo podría ingresar. Reunió todo tipo de armamento, y continuó los trabajos en las calles bajo la luz de miles de velas.
    En la mañana del 5 de julio, la totalidad del ejército británico volvió a reunirse en Miserere. Confiado de la supremacía de su ejército, Whitelocke dio la orden de ingresar a la ciudad en 12 columnas, que se dirigirían separadamente hacia el fuerte y Retiro por distintas calles. En un alarde innecesario, llevaban orden de no disparar sus armas hasta llegar a la Plaza de la Victoria.[cita requerida]
    Sin embargo, los invasores se enfrentaban a una Buenos Aires muy diferente al que se había rendido ante Beresford. Según cuenta la tradición popular, los vecinos arrojaron piedras y agua hirviendo sobre las cabezas de los invasores. Lo cierto es que Liniers y Álzaga habían logrado reunir un ejército de 9.000 milicianos, apostados en distintos puntos de la ciudad. El avance de las columas se vio severamente entorpecido por las defensas montadas, el fuego permanente desde el interior de las casas y desinteligencias y malos entendidos entre los comandantes británicos. Whitelocke vio como sus hombres eran embestidos en cada esquina. Mediante la lucha callejera, los vecinos de Buenos Aires superaron la disciplina de las tropas británicas. Tras una encarnizada lucha, Whitelocke perdió más de la mitad de sus hombres entre bajas y prisioneros.
    Cuando la mayoría de las columnas habían caído, Liniers exigió la rendición. Craufurd, atrincherado en la iglesia de Santo Domingo, rechazó la oferta y la lucha se extendió hasta pasadas las tres de la tarde. Whitelocke recibió las condiciones de la capitulación hacia las seis de la tarde ese mismo día.
    El 7 de julio, el general inglés comunicó la aceptación de la capitulación propuesta por Liniers y a la cual - por exigencia de Álzaga - se le había añadido un plazo de dos meses para abandonar Montevideo. Las tropas británicas se retiraron de Buenos Aires; abandonarían la banda oriental recién el 9 de septiembre.
    De regreso al Reino Unido, una corte marcial encontró a Whitelocke culpable de todos los cargos excepto uno y fue removido de su función, al declarársele incapaz de servir a la Corona inglesa. Uno de los factores determinantes para esta decisión, fue el hecho que el general hubiera aceptado la devolución de Montevideo dentro de los términos de la rendición.
    Los cuerpos de los caídos de ambos bandos durante las invasiones inglesas a Buenos Aires aún no han sido hallados.

    Segunda Invasión Inglesa a Buenos Aires

    El avance inglés sobre Buenos Aires


    John Whitelocke, retrato publicado en 1808.
    En los primeros días del mes de marzo, el HMS Thisbe partió de Inglaterra hacia Montevideo con el teniente general John Whitelocke, nombrado comandante de las fuerzas británicas en elRío de la Plata, con la orden del gobierno británico de capturar Buenos Aires.
    Whitelocke llegó a Montevideo el 10 de mayo y tomó el comando general. Poco tiempo después, la flota al mando del general Robert Craufurd llegó desde Ciudad del Cabo con 5.000 hombres. El 17 de junio el formidable ejército de Whitelocke, compuesto de unos 11.000 hombres, partió rumbo a Colonia. El coronel Browne quedó en Montevideo con un batallón de infantería, dos escuadrones de dragones y algunos marinos.
    En Colonia el ejército británico fue organizado en cuatro brigadas:
    La 1.a division lijera, á las órdenes del General Craufurd, compuesta de los rifles y los cazadores de todos los cuerpos, á las órdenes del Teniente Coronel Pack.
    La 2.a compuesta de tres batallones, á las órdenes del General Auchmuty.
    La 3.a de dos batallones, y un Rejimiento de dragones á pie, á las órdenes del General Lumley.
    La 4.a compuesta de dos batallones, y un Rejimiento de dragones, á las órdenes del Coronel Manon.
    Venian además tres brigadas de artilleria, ingenieros, comisaria, hospitales, y demas partes de un ejército regular.6
    El 28 de junio el almirante Murray desembarcó a los británicos en la Ensenada de Barragán. La vanguardia británica al mando del general Gower, compuesta de las brigadas Craufurd y Lumley, avanzó sin marchó sin ser atacada hasta Quilmes, mientras el resto de la fuerza la seguía de lejos.
    El 1 de julio se puso el marcha el ejército español de Buenos Aires para proteger el paso del Riachuelo con 6.860 hombres y 53 cañones.
    Mientras tanto, había llegado al virreinato la resolución de la corte española declarando a Ruiz Huidobro virrey interino. Sin embargo, el gobernador había sido embarcado hacia Londres luego de la caída de Montevideo. Por lo tanto, Liniers, siendo el militar de mayor rango presente fue nombrado en reemplazo de Huidobro por la Audiencia.
    El ejército británico avanzó con dificultades los 50 kilómetros que separaban el lugar escogido para el desembarco y la capital. El 3 de julio ejército del flamante virrey interceptó el primer avance del enemigo cerca de Miserere (combate de Miserere), pero el grupo comandado por Craufurd logró dividir y hacer retroceder a los hombres de Liniers. Al caer la noche, el combate cesó y muchos milicianos se retiraron a sus casas.
    Luego de desbaratar a una fuerza local muy inferior en número, los británicos sitiaron la capital el 4 de julio.
    • Wikisource contiene obras originales de o sobre Parte del General Gower sobre el combate de Miserere.
    Parecía que todo estaba perdido, pero Whitelocke decidió esperar; suspendió el avance de Craufurd hacia la ciudad y exigió rendición inmediata. Les dio a los porteños tres días, que los criollos utilizaron para organizarse militarmente.
    Intimación del comandante británico:
    Julio 3 de 1807.
    Señor:
    El Capitan Roche, del regimiento 17 de dragones, á quien tuve el honor de mandar á V. E. esta mañana, me ha informado que V. E. deseaba comunicase yo por escrito el particular de las condiciones: y así tengo que decir á V. E. que el Eicmo. Sr. Teniente General John Whitelocke me ha ordenado, deseoso sinceramente de evitar la innecesaria efusion de sangre humana, intime á V. E. que en el presente estado de las cosas, de no proceder á mas, concederá algunas condiciones al pueblo de Buenos Aires, debiéndose fundar en las que siguen; y posiblemente consentirá en alguna pequeña variacion que las haga mas favorables, sin alterar la estipulacion original fundamental.
    1. Todos los súbditos ingleses detenidos en la América del Sur deberán ser entregados, y se pondrán rehenes suficientes en poder de los Comandantes ingleses hasta que lleguen á Buenos Aires.
    2. Quedarán prisioneros de guerra todos los Oficiales militares y soldados, y toda persona que tenga empleos civiles, dependientes del Gobierno de Buenos Aires.
    3. Que han de entregar en buen estado todos los cañones, pertrechos, armas y municiones.
    4. Que ha de entregarse á los Comandantes ingleses toda propiedad pública de cualquiera clase que sea.
    5. Que se concede á los habitantes de Buenos Aires el libre ejercicio de la religion católica romana.
    6. Que se asegurará y respetará para sus dueños toda propiedad particular en tierra.
    Nuestra fuerza es tan considerable, que creo que V. E. no podrá dudar del último resultado: y confio en que V. E. me creerá cuando le aseguro, que únicamente el deseo de evitar una escena tan horrorosa, como es la que se presenta tomado un pueblo por asalto, es el motivo que induce al General Whitelocke á permitirme escriba de este modo.
    Tengo el honor de ser, etc.
    J. Lewison Gower,
    Mayor General.
    Contestación:
    Por comision del General español D. Santiago Liniers, contesto á usted á la carta que por su parlamentario le ha remitido, dirigida á intimar la rendicion de esta capital, diciéndole que nada que se dirija á rendir las armas, oirá: que tiene tropas bastantes, animosas, y mandadas por Jefes llenos de deseo de morir por la defensa de la patria; y que esta es la hora de manifestar su patriotismo.
    Queda de usted su atento servidor Q. S. M. B.
    Coronel Elío.
    Julio 3 de 1807.
    Al Mayor General Lewison Gower.

    Segunda Invasion Inglesa - Fuga de Beresford y de Pack

    En conocimiento de la ocupación británica de Montevideo, el Cabildo de Buenos Aires ordenó a Liniers la internación de los prisioneros en el interior del virreinato. Hasta ese momento los prisioneros británicos se hallaban distribuidos en Buenos Aires y en los fortines de la campaña, tales como Guardia del SaltoRojasSan Antonio de Areco (fortín de Areco) y la Villa de Luján, en donde se hallaba Beresford.
    Se decidió distribuir los prisioneros en 3 contingentes de a 500 que custodiados por los Húsares de Pueyrredón, fueron enviados a los fortines del oeste del virreinato, al norte y, al Litoral y las Misiones.
    Los principales jefes británicos que se hallaban en Luján, fueron destinados a Catamarca, partiendo el 10 de febrero de 1807 a cargo del capitán Manuel Luciano Martínez de Fontes y 17 blandengues. Los prisioneros eran:
    • General William Carr Beresford, Comandante de la Fuerzas de la primera invasión
    • Coronel Dennis Pack, Jefe del Regimiento N° 71 “Highlanders”
    • Capitán y asistente Robert Williams Patrick
    • Mayor de Brigada Alexander Forbes
    • Capitán Roberth Arbuthnot, del Regimiento N° 20 de Dragones Ligeros y edecán de Beresford
    • Teniente Alexander Mac Donald, de la Real Artillería,
    • Teniente Edgard L´Estrange, del Regimiento N° 71 “Highlanders”
    • Cirujano Santiago Evans, del Regimiento N° 71 “Highlanders”
    Debido a que Beresford mantenía contacto con grupos criollos promotores de la ideas independentistas, la columna que lo trasladaba fue interceptada en las cercanías de Arrecifes por un grupo de criollos, entre ellos Saturnino Rodríguez Peña y Manuel Aniceto Padilla, quienes lograron con engaños que el jefe inglés les fuera entregado junto con un oficial de su elección.
    Los criollos mantuvieron oculto al general inglés y al coronel Dennis Pack (su futuro cuñado) hasta que fueron clandestinamente embarcados en el puerto de Buenos Aires el 21 de febrero en un lanchón de la balandra portuguesa Flor del Cabo que los trasladó hasta la Ensenada de Barragán en donde embarcaron en la corbeta inglesa HMS Charwell, enviada desde Montevideo con mensajes para las autoridades. El objetivo de esta misión era negociar la rendición de Buenos Aires para evitar una batalla sangrienta. Llegaron a Colonia del Sacramento y luego por tierra viajaron a Montevideo, llegando el 25 de febrero. Sin haber llegado a un acuerdo, Beresford rechazó la oferta de comandar la expedición a la capital virreinal y se embarcó hacia Londres. Este general ocuparía la isla Madeira ese mismo año y se convertiría en su gobernador. Más adelante tendría un papel prominente en la Guerra de la Independencia Española.
    El 21 de marzo de 1807 la Real Audiencia inició un juicio por la fuga, siendo absueltos el 7 de octubre de 1808 Antonio de Olavarría, Manuel L. Martínez Fontes, Francisco González, Antonio Luis Lima y José Zabala. El 6 de diciembre de 1808 se inició el juicio contra los autores materiales, quienes se hallaban prófugos, pues habían embarcados el 8 de septiembre de 1807 desde Montevideo hacia Río de Janeiro en un navío de guerra inglés. Ellos eran Saturnino José Rodríguez Peña, Manuel Aniceto Padilla y Antonio Luis de Lima (patrón de la balandra portuguesa Flor del Cabo), quienes fueron gratificados por el gobierno británico con una pensión de trescientas libras anuales hasta su muerte.

    Segunda Invasion Inglesa - Destitución de Sobremonte

    El 14 de agosto de 1806 un Cabildo Abierto en Buenos Aires había quitado al virrey el mando militar de la ciudad, Sobremonte, quien viajaba a Buenos Aires con tropas desde Córdoba, recibió una comisión enviada a convencerlo de no entrar en la ciudad. Aceptó el virrey delegar el mando de las fuerzas de la capital en Liniers y el mando político de la ciudad en la Audiencia, trasladándose las tropas cordobesas a Montevideo. El 12 de octubre llegó a esa ciudad, pero recibió un rechazo general, por esa razón instaló su campamento con las fuerzas que había llevado en las Piedras, a cuatro leguas de Montevideo.4
    El 5 de febrero llegó a Buenos Aires la noticia de la caída de Montevideo. Al conocerse la actuación del virrey, se avivaron las protestas públicas y las pintadas en contra del representante de la Corona. El 10 de febrero, el Cabildo porteño en Junta de Guerra presionó a la Real Audiencia y decretó en un hecho sin precedentes, la destitución de Sobremonte, su detención, y la designación de Liniers en su lugar. Las autoridades españolas entendieron que lo ocurrido en Buenos Aires podía servir de ejemplo para los vasallos del resto de los virreinatos americanos. Para evitar que trascendiera el hecho de que por voluntad del pueblo se había destituido a un virrey, la Audiencia enmarcó los hechos dentro del ámbito jurídico colonial, comunicando que Sobremonte había renunciado al cargo por cuestiones de salud.

    Invasión inglesa a la Banda Oriental - Contrabando

    Durante los meses de ocupación, a pesar de los esfuerzos del Consulado, las mercaderías inglesas comenzaron a contrabandearse libremente desde Montevideo. Las mercaderías llegaban a Buenos Aires vía Quilmes y Ensenada, Santa Fe por el Río Paraná y de allí hacia todo el virreinato. También por tierra y por mar los productos británicos llegaban al Brasil. La Audiencia intentó persuadir a los contrabandistas imponiendo duras penas, que nunca fueron llevadas a la práctica. Los mismos comerciantes montevideanos pidieron al virrey que la ciudad no fuera sitiada para favorecer el intercambio comercial.

    Invasión inglesa a la Banda Oriental - Combate de San Pedro

    Al tomar conocimiento de la caída de Colonia, la Real Audiencia de Buenos Aires decidió enviar una expedición para evitar que los británicos continuaran internándose en la Banda Oriental. Se puso al mando al recién llegado de España coronel Francisco Javier de Elío para recuperar la plaza. El 16 de abril las naves con 900 soldados (entre ellos la compañía de patricios al mando del capitán Martín Medrano) y piezas de artillería fondearon en el puerto de Higueritas (actual Nueva Palmira). El día 17 las fuerzas de Elío llegaron al pueblo de Las Víboras, en donde dejaron parte del parque, y luego continuaron hasta la Calera de las Huérfanas.
    El 21 de abril las fuerzas españolas llegaron al Real de San Carlos y en la madrugada del 22 de abril atacaron por sorpresa y en sigilo a la Colonia, pero un disparo alertó a las guardias británicas y los fusileros del Regimiento N° 95 de Infantería rechazaron el ataque, desbandándose los atacantes.
    Elío recompuso sus tropas en la Calera de las Huérfanas y el día 22 de mayo recibió refuerzos enviados desde Buenos Aires, entre ellos las compañías de patricios al mando de los capitanes José Antonio Tejo y Andrés Patrón. El 4 de junio, Elío con aproximadamente 1.500 hombres se trasladó cerca de la desembocadura del arroyo San Pedro en su ribera norte, a 22 kilómetros de la Colonia. Rafael Pérez del Puerto fue encargado de organizar un hospital y un depósito de suministros a orillas del río San Juan.
    Al tomar conocimiento de los movimientos de Elío, Pack decidió atacarlo, delegó el mando de la plaza en el mayor Pigot del Regimiento 9° de Dragones Ligeros y el 7 de junio partió con una columna de 1.139 hombres. La vanguardia estaba formada por 61 dragones del Regimiento 9°, luego iban 541 infantes del Regimiento 40°, 225 rifleros del Regimiento 95°, 278 cazadores del Batallón Ligero y 34 artilleros con dos piezas de seis libras.
    Pack atacó el campamento de Elío y las tropas españolas se desbandaron abandonando muchos armamentos.
    La División de Elío que se hallaba en el campamento estaba conformada por:3
    • varias compañías de Patricios
    • dos compañías del Batallón de Arribeños
    • compañía de Cazadores Extranjeros (formada por Miñones no sublevados y desertores de los británicos)
    • dos compañías de marineros de la Real Armada
    • cuatro compañías (dos de fusileros y dos de granaderos) de los Pardos y Morenos.
    • dos compañías de los Voluntarios de Caballería de la Colonia
    • dos compañías del Tercer Escuadrón de Húsares
    • Regimiento Fijo de Dragones de Buenos Ayres
    • Blandengues de la Frontera de Buenos Aires
    • Voluntarios Patriotas de la Unión, con cuatro piezas de artillería y dos obuses
    Los españoles sufrieron unos 120 muertos, entre ellos el capitán Josef Quesada de Patricios, teniendo una gran cantidad de heridos y la mayoría de los hombres se dispersaron. Los británicos tuvieron 5 muertos y 38 heridos. Pack persigue a los dispersos capturando a 105 y tomando un estandarte, 6 piezas de artillería y 253 fusiles. Entre los prisioneros españoles estaban el corsario francés teniente coronel Jean Baptiste Raymond, un mayor, dos capitanes y dos tenientes. Pack regresó a la Colonia, embarcando de inmediato a los prisioneros en un bergantín hacia Montevideo.
    Elío se replegó a la Calera de las Huérfanas, en donde recogió a parte de los dispersos y recibió pertrechos desde Buenos Aires. Con 400 hombres, mayoritariamente Patricios, Elío atravesó el Río de la Plata hacia San Fernando.

    Invasión inglesa a la Banda Oriental - Toma de Colonia del Sacramento

    Temiendo que las fuerzas españolas llegaran a Montevideo vía Colonia del Sacramento y con la idea de establecerse en ese punto estratégico para un futuro avance sobre Buenos Aires, Auchmuty encargó al coronel Denis Pack (quien días antes había fugado junto a Beresford) la toma de aquel pueblo fortificado, de unos 2.800 habitantes. Pack desembarcó y ocupó esta plaza, prácticamente sin oposición entre el 15 y 16 de marzo. A falta de artillería, Ramón del Pino, sargento mayor del Regimiento de Voluntarios de Caballería de la Colonia y comandante militar de la plaza, se había replegado a la campaña con sus tropas con la intención de organizar una guerra de guerrillas.
    Pack hizo instalar baterías y estableció destacamentos de 200 y 300 hombres en varios lugares estratégicos.

    Invasión inglesa a la Banda Oriental - Sitio y caída de Montevideo

    El 2 de febrero los británicos lograron abrir una brecha a través del portón de San Juan, una de las dos puertas de acceso a la ciudad. A partir de entonces, la población participó activamente en la defensa de la plaza, y se produjeron numerosas bajas. Finalmente el 3 de febrero, la operación conjunta de infantería y de marina británica logró ocupar la ciudad. Liniers había decidido cruzar el río con unos 3.000 milicianos cuando ya era tarde, por lo que debió volver a Buenos Aires.
    Auchmuty ordenó la creación del periódico The Southern Star o La Estrella del Sur para que se distribuyera en Montevideo y también en Buenos Aires, no sólo con el fin de transmitir noticias sino también de servir de medio de comunicación de artículos propagandísticos en favor de la ocupación.

    Invasión inglesa a la Banda Oriental - Refuerzos de Buenos Aires

    El 23 de enero de 1807 el Cabildo de Buenos Aires, la Audiencia y Liniers decidieron enviar fuerzas a Montevideo para hacer frente a una inminente invasión a la ciudad. Fueron transportados inmediatamente por el capitán Michelena 500 soldados al mando de Arce y luego los siguió Liniers con otros 1.500 soldados (entre ellos más de 500 patricios), dejando la capital al mando de César Balbiani. Entre el 2 y el 3 de febrero la columna de Arce fue derrotada completamente por Auchmuty, cayendo prisionero su jefe y entre otros Antonio González Balcarce. Al saber lo ocurrido a la columna de Arce, el mismo día 3 Liniers regresó a Buenos Aires dejando a Prudencio Murguiondo al frente de las fuerzas y dando aviso al cabildo al día siguiente sobre la caída de Montevideo. Ante esa situación, el coronel Cornelio Saavedra con la 8° Compañía del 1° Batallón de Patricios quedó para evacuar hacia Buenos Aires la artillería, armas y municiones de la plaza de Colonia del Sacramento.

    Invasión inglesa a la Banda Oriental - Combate del Cordón o del Cardal

    El gobernador de la ciudad, Pascual Ruiz Huidobro, contaba con una guarnición de sólo 3.000 hombres. Aun así, tenía a su favor las fortificaciones de la plaza, y un muy superior número de cañones. Las murallas de la ciudad estaban parcialmente inconclusas, pero podían ser efectivamente defendidas con una estrategia defensiva.
    Insólitamente, Ruiz Huidobro, mientras solicitaba auxilios a Buenos Aires optó por la peor estrategia, dada la relación de fuerzas: ordenó el 20 de enero la salida de casi todas sus tropas en un avance frontal hacia las posiciones inglesas. Pero la salida resultó aún peor que lo esperado: en el momento en que chocaban las fuerzas, los españoles fueron atacados de flanco, "a quemarropa", en un callejón, por tropas emboscadas en un maizal. Debieron retirarse dejando cientos de bajas en el campo, y con la moral muy disminuida. Esta derrota española se conoce como combate del Cordón o del Cardal.
    Las unidades españolas participantes en el combate (2.362 hombres), estaban al mando del brigadier Bernardo Lecocq, siendo su segundo el teniente coronel Francisco Javier de Viana.

    Invasión inglesa a la Banda Oriental - Desembarco británico en el Buceo

    El 5 de enero de 1807, Auchmuty llegó al Río de la Plata con una expedición oficial de 4.300 hombres.
    Sobremonte había llegado a Montevideo con una fuerza de caballería de 2.500 cordobeses. Sin embargo, el Cabildo de esta ciudad impidió la entrada del virrey y puso en manos de Ruiz Huidobro la defensa. El 14 de enero se apostó frente a Montevideo una escuadra inglesa de 100 velas repletas de manufacturas británicas y que ahora contaba con casi 6.000 hombres al mando del vicealmirante Stirling (que venía a reemplazar a Popham).
    El 16 de enero, Auchmuty desembarcó a 10 kilómetros de Montevideo en la zona del Buceo. Cerca de allí estaba el campamento de Sobremonte, quien envió a impedirlo un pequeño destacamento de caballería. Sin embargo, estas tropas hicieron una muy débil resistencia. Poco después, Sobremonte llevó su campamento hacia el oeste, a la zona del arroyo Miguelete.

    Invasión inglesa a la Banda Oriental - Toma de Maldonado

    Mientras tanto, Popham merodeaba las costas del Plata en espera de refuerzos. Finalmente en el mes de octubre, llegaron al comando del teniente coronel Thomas Joseph Backhouse los 1.400 hombres del Regimiento N° 47 de Infantería, provenientes del Cabo de Buena Esperanza. Tras un leve bombardeo a Montevideo, Popham decidió atacar Maldonado. Esta población contaba con escasas fortificaciones y tan sólo unos 250 hombres, destinados al resguardo de lo que por entonces era la frontera entre los dominios españoles y portugueses. El 29 de octubre, los británicos desembarcaron en Maldonado y en la isla Gorriti y al cabo de 3 días tomaron control de ambos enclaves. Los soldados españoles que resistieron este ataque fueron apresados y trasladados a la Isla de Lobos. Mientras tanto, los soldados británicos saquearon Maldonado y apresaron a sus habitantes. El coronel Vasall fue nombrado gobernador, quien liberó a la población cautiva y devolvió al pueblo algunos de los objetos robados durante el saqueo inicial. Las tropas inglesas tuvieron que enfrentar en varias oportunidades a las fuerzas enviadas desde Montevideo.
    Es de recalcar la bravía actuación de los habitantes de San Carlos, villa cercana a Maldonado, quienes resistieron los embates británicos hasta las últimas consecuencias, valiéndoles después el reconocimiento del Rey Fernando VII, que la nombró "la muy fiel y Reconquistadora villa de San Carlos", título que luce como blasón de su escudo de armas.

    Segunda Invasion Inglesa - Invasión inglesa a la Banda Oriental

    En julio de 1806, el vicealmirante Sir Charles Stirling, que había participado de la Batalla del Cabo Finisterre, fue designado comandante del navío HMS Sampson con la orden de transportar las tropas del general Samuel Auchmuty a Buenos Aires para brindar soporte a Popham. Recién el 22 de septiembre, el gobierno británico resolvió por primera vez la conquista de Montevideo y de Buenos Aires. Pocos días después, arribó a Londres el botín obtenido durante la primera invasión, que fue paseado en carretas por la ciudad y festejado por sus habitantes.

    Segunda Invasion Inglesa - Bloqueo británico a los puertos del Plata

    El comodoro Popham mantenía bloqueado los puertos de Buenos Aires, Montevideo y Maldonado, y por tal motivo, Liniers emitió una patente de corso a favor de Juan Bautista Azopardo, quien alistó la goleta Mosca de Buenos Aires. Esta patente le permitía ejercer el corso en el área del Río de la Plata a la vez que tenía encomendada la vigilancia de la escuadra enemiga y la notificación de cualquier desembarco.
    En una de las salidas de la Mosca, el bergantín HMS Protector y una goleta británica no identificada a la fecha, entablaron combate con la nave corsaria. Dada la inferioridad de fuego, Azopardo decidió fijar rumbo a la costa sur del río con dirección a Quilmes, donde quedó varado intentando salvar el navío. Los británicos aprovecharon la oportunidad para asaltar al corsario desembarcando cuatro embarcaciones livianas que izaron bandera negra. La primera barca fue capturada con un oficial y cinco marineros, mientras que las tres restantes regresaron a los buques, que estaban fondeados fuera del alcance de los cañones de la Mosca.
    Azopardo organizó en tierra una posición defensiva ante un posible contragolpe británico. Cuando volvió la crecida, volvieron a balizas. Los prisioneros fueron remitidos a Buenos Aires y las bajas totales del navío corsario computaron tres marinos.

    Segunda Invasión Inglesa



    Tras haber tenido que capitular en Buenos Aires en 1806 durante la primera de las Invasiones Inglesas al Virreinato del Río de la Plata, la flota británica continuó en el Río de la Plata a la espera de los refuerzos que había solicitado aInglaterra. Una vez que llegaron los refuerzos, en 1807 inició una segunda invasión que culminó con su derrota y la restauración del poder de España en el Río de la Plata.

    Primera Invasion Inglesa - Comienza el desembarco

    En la mañana del 25 de Junio, frente a Buenos Aires aparecen los barcos ingleses. En el Fuerte truenan los cañones, dando la alarma, y una extrema confusión se extiende por toda la ciudad. Centenares de hombres acuden desde todos los barrios hacia los cuarteles, donde se ha comenzado ya a repartir, en medio de un terrible desorden, las armas y equipos.
    Poco después de las 11, y ante la sorpresa de Sobre Monte, las naves enemigas se hacen nuevamente a la vela y ponen rumbo hacia el sudeste. El Virrey cree que los ingleses han renunciado al ataque.
    Pronto, sin embargo, sale de su engaño. Desde Quilmes resuena el cañón de alarma, anunciando que allí se ha iniciado el desembarco. Al mediodía del 25 de Junio, ponen pie en tierra, en la playa de Quilmes, los primeros soldados británicos. Desde la azotea de sus habitaciones, en el Fuerte, seguía con un telescopio lo que ocurría. Sobre Monte cobró ánimo y arengó a los allí reunidos: "No hay que tener cuidado, los ingleses saldrán bien escarmentados". Por última vez en su vida, las palabras del Virrey fueron rubricadas por una aclamación.
    La operación de desembarco continúa sin oposición alguna durante el resto de la jornada. Al llegar la noche, Beresford pasa revista a sus hombres bajo una fría llovizna que no tarda en convertirse en fuerte aguacero. Son sólo 1.600 soldados y oficiales, y cuentan, como único armamento pesado, con ocho piezas de artillería. Sin embargo, esa reducida fuerza está integrada por combatientes profesionales, para los cuales la guerra no es más que un oficio.
    Al amanecer, Beresford ordena a sus tropas aprestarse para el ataque. Los tambores inician su redoble, y las banderas son desplegadas al viento. Desde la barranca que enfrenta la playa el Coronel Pedro de Arce, enviado por Sobre Monte a contener a los ingleses, observa el desplazamiento de las fuerzas enemigas. Con paso acompasado, y acompañados por los aires marciales de los gaiteros, los británicos avanzan hacia el bañado que los separa de Arce y sus 600 milicianos. Estos últimos, armados con unas pocas carabinas, espadas y chuzas, se agrupan detrás de los tres cañones con los cuales se proponen rechazar el asalto británico.
    El choque, en esas condiciones, no puede tener más que un resultado. Marchando a través de los pajonales, las compañías del regimiento 71 escalan resueltamente la barranca y, a pesar de las descargas de los defensores, ganan la cresta y los arrollan, poniéndolos en fuga.
    A partir de ese momento el caos se desencadena en las fuerzas de la defensa de Buenos Aires, Integradas en su casi totalidad por unidades de milicianos carentes de toda instrucción militar. Falla la conducción, en la persona de Sobre Monte, quien, abrumado por la derrota de sus vanguardias, sólo atina a amagar un débil intento de resistencia en las márgenes del Riachuelo. Concentra allí tropas y hace quemar el Puente de Gálvez (actual puente Pueyrredón) que, por el sur, da acceso directo a la ciudad. Esa posición, sin embargo, no será sostenida. Ya en la tarde del mismo día 26 de Junio, Sobre Monte se entrevista con el Coronel Arce, y le manifiesta claramente que ha resuelto emprender la retirada hacia el interior.
    Beresford no logra llegar a tiempo para impedir la destrucción del Puente de Gálvez, pero, el 27 de Junio, somete las posición de los defensores en la otra orilla a un violento cañoneo, y los obliga a retirarse. Se arrojan entonces al agua varios marineros y traen de la margen opuesta botes y balsas, en los cuales cruza la corriente una primera fuerza de asalto.
    Sobre Monte ha presenciado, desde la retaguardia, las acciones que culminan con el abandono de la posición del Puente de Gálvez. En ese momento se encuentra al frente de las fuerzas de caballería que, con la llegada de refuerzos provenientes de Olivos, San Isidro y Las Conchas, suman cerca de 2.000 hombres. Rehuye, sin embargo, el combate, y emprende la retirada hacia la ciudad por la "calle larga de Barracas" (actual avenida Montes de Oca).
    Los que no están al tanto de los planes del Virrey suponen que ese movimiento tiene por fin organizar una última resistencia en el centro de Buenos Aires. No obstante, al llegar a la "calle de las Torres" (actual Rivadavia), en vez de dirigirse hacia el Fuerte, Sobre Monte dobla en sentido contrario y abandona la capital. Su apresurada marcha, a la que no tarda en incorporarse su familia y los tesoros reales, continuará en sucesivas etapas. El cacique Carripilún reconocido como líder principal en las naciones de las pampas, puso a disposición del Virrey Sobre Monte 3000 lanceros para la defensa de la Ciudad de Buenos Aires frente a los ingleses, aunque el Virrey prefirió seguir a Córdoba.
    Mientras tanto, en Buenos Aires reina una espantosa confusión. Desde el Riachuelo afluyen, en grupos desordenados, las unidades de milicianos que, sin disparar prácticamente un solo tiro, han sido obligadas a replegarse, después de la retirada del Virrey.
    El Fuerte se convierte entonces en centro de los acontecimientos que culminarán con la capitulación. Allí se encuentran reunidos los jefes militares, los funcionarios de la Audiencia, los miembros del Cabildo y el Obispo Lué. Totalmente abatidos, después de recibir la noticia de la retirada de Sobre Monte, los funcionarios españoles aguardan la llegada de Beresford para rendir la plaza. Tienen la impresión de que, en la hora más difícil, el jefe del Virreinato y representante del monarca los ha abandonado.
    Poco después de mediodía arriba al Fuerte, con bandera de parlamento, un oficial británico enviado por Beresford, éste expresa que su jefe exige la entrega inmediata de la ciudad y que cese la resistencia, comprometiéndose a respetar la religión y las propiedades de los habitantes.
    Los españoles no vacilan en aceptar la intimación, limitándose a exponer una serie de condiciones mínimas en un documento de capitulación que envían a Beresford sin tardanza. Así, Buenos Aires y sus 40.000 habitantes son entregados a 1.600 Ingleses que sólo han disparado unos pocos tiros.
    A las 4 de la tarde desembocan en la Plaza Mayor (actual Plaza de Mayo) las tropas británicas, mientras cae sobre la ciudad una fuerte lluvia. Los soldados ingleses, a pesar de su agotamiento, desfilan marcialmente, acompañados por la música de su banda y sus gaiteros. El general Beresford trata de dar la máxima impresión de fuerza y ha dispuesto que sus hombres marchen en columnas espaciadas. La improvisada artimaña, empero, no puede ocultar a la vista de la población el reducido número de las tropas invasoras que se presentan ante el Fuerte.
    El General británico, acompañado por sus ofíciales, hace entonces entrada en la fortaleza, y recibe la rendición formal de la capital del Virreinato. Al día siguiente, flamea ya sobre el edificio la bandera inglesa. Durante cuarenta y seis jornadas, la enseña permanecerá allí como símbolo de un intento de dominación que, sin embargo, no llegará a concretarse.

    Invasión Inglesa - Invasión a la Banda Oriental

    En julio de 1806, el almirante Charles Stirling, que había participado de la Batalla del Cabo Finisterre, fue designado comandante del navío HMS Sampson con la orden de transportar las tropas del general Samuel Auchmuty a Buenos Aires para brindar soporte a Popham. Recién el 22 de septiembre, el gobierno británico resolvió por primera vez la conquista de Montevideo y de Buenos Aires. Pocos días después, arribó a Londres el botín obtenido durante la primera invasión, que fue paseado en carretas por la ciudad y festejado por sus habitantes.
    Mientras tanto, Popham merodeaba las costas del Plata en espera de refuerzos. Finalmente en el mes de octubre, llegaron al comando del teniente coronel Backhome los 1.400 hombres del regimiento 47 de infantería, provenientes del Cabo de Buena Esperanza. Tras un leve bombardeo a Montevideo, Popham decidió atacar Maldonado. Esta población contaba con escasas fortificaciones y tan sólo unos 250 hombres, destinados al resguardo de lo que por entonces era la frontera entre los dominios españoles y portugueses. El 29 de octubre, los británicos desembarcaron en Maldonado y en la isla Gorriti y al cabo de tres días tomaron control de ambos enclaves. Los soldados españoles que resistieron este ataque fueron apresados y reclutados a la Isla de Lobos. Mientras tanto, los británicos saquearon Maldonado y apresaron a sus habitantes. El coronel Vasall fue nombrado gobernador, quien liberó a la población cautiva y devolvió al pueblo algunos de los objetos robados durante el saqueo inicial. Las tropas británicas tuvieron que enfrentar en varias oportunidades a las fuerzas enviadas desde la capital de la Banda Oriental.
    La población de San Carlos, cercana a Maldonado, recibió el reconocimiento del rey Fernando VII por su acción de resistencia a los embates británicos, y la nombró "la muy fiel y Reconquistadora villa de San Carlos", título que luce como blasón en su escudo de armas.
    El 5 de enero de 1807, Auchmuty llegó al Río de la Plata con una expedición oficial de 4.300 hombres. Por entonces, Sobremonte había llegado a Montevideo con una fuerza de caballería de 2.500 cordobeses. Sin embargo, el Cabildo de esta ciudad impidió la entrada del virrey y puso la defensa en manos de Ruiz Huidobro. El 14 de enero se apostó frente a Montevideo una escuadra británica de cien velas repletas de manufacturas británicas y que ahora contaba con casi 6.000 hombres al mando del vicealmirante Stirling (que venía a reemplazar a Popham). El 16 de enero, Auchmuty desembarcó a diez kilómetros de Montevideo, muy cerca del sitio en el que se apostaba la fuerza de Sobremonte, quien luego de pedir fuerzas a la plaza abandonó la batalla.
    Ruiz Huidobro contaba con una guarnición de tan sólo 3.000 hombres, que salieron a resistir el ataque de manera desorganizada mientras el gobernador solicitaba el auxilio de Buenos Aires. El 2 de febrero los británicos lograron abrir una brecha a través del portón de San Juan, una de las dos puertas de acceso a la ciudad. A partir de entonces, la población participó activamente en la defensa de la plaza y se produjeron numerosas bajas. Finalmente el 3 de febrero, la operación conjunta de infantería y de marina británica logró ocupar la ciudad. Liniers había decidido cruzar el río con unos 3.000 milicianos cuando ya era tarde, por lo que debió volver a Buenos Aires.
    Auchmuty ordenó la creación del periódico The Southern Star o La Estrella del Sud para que se distribuyera en Montevideo y también en Buenos Aires, no sólo con el fin de transmitir noticias, sino también de servir de medio de comunicación de artículos propagandísticos en favor de la ocupación.
    Temiendo que las fuerzas españolas llegaran a Montevideo vía Colonia del Sacramento, Auchmuty encargó al coronel Denis Pack la toma de aquel pueblo fortificado, de unos 2.800 habitantes. Pack ocupó esta plaza, prácticamente sin oposición, en el mes de marzo. Al tener conocimiento de estos hechos, Liniers envió al recién llegado de España, coronel Francisco Javier de Elío, a recuperar Colonia. Elío tomó por sorpresa a las fuerzas de Pack el 22 de abril, pero el ataque fue rechazado y la flota de Elío se retiró y sentó campamento cerca de la desembocadura del arroyo San Pedro. Pack pidió refuerzos a Montevideo y atacó el campamento de Elío el 7 de junio. Los españoles sufrieron unas 120 bajas y la mayoría de los hombres se dispersaron. Elío se vio forzado a regresar a Buenos Aires.
    Durante los meses de ocupación, a pesar de los esfuerzos del Consulado, las mercaderías británicas comenzaron a contrabandearse libremente desde Montevideo. Los artículos llegaban a Buenos Aires vía Quilmes y Ensenada, a Santa Fe por el Río Paraná y de allí hacia todo el virreinato. También por tierra y por mar los productos británicos llegaban al Brasil. La Audiencia intentó persuadir a los contrabandistas imponiendo duras penas, que nunca fueron llevadas a la práctica. Los mismos comerciantes montevideanos pidieron al virrey que la ciudad no fuera sitiada para favorecer el intercambio comercial.

    Antecedentes de la Primera Invasión - Política británica relacionada con Sudamérica

    En 1711, el gobernador de las islas BermudasJohn Pullen, envió una carta al ministro Robert Harleyconde de Oxford, diciéndole que “el Río de la Plata es el mejor lugar del mundo para formar una colonia inglesa”A partir de entonces, una serie de planes de ocupar Buenos Aires y otras ciudades sudamericanas fueron propuestos, pero se vieron frustrados por diversas circunstancias.
    El fin de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos, en 1783, tuvo un gran impacto en Gran Bretaña. En ese mismo año, William Pitt el Joven asumió como Primer Ministro del Reino Unido. Bajo su administración, que coincidió con los inicios de la revolución industrial, Pitt apuntó a la consolidación del comercio exterior y en lugar de buscar nuevas colonias procuró abrir nuevos mercados. Esta política se veía severamente perjudicada por las trabas que imponía España y las alianzas cambiantes entre las potencias europeas. Por lo tanto, la independencia de las colonias españolas en América pasó a ser un tema central de la administración Pitt. En 1789 la guerra entre Gran Bretaña y España parecía inminente tras el incidente del Estrecho de Nutka. El revolucionario venezolano Francisco de Miranda aprovechó la ocasión para presentarse ante Pitt con su propuesta para liberar la América Hispana. Miranda soñaba con emancipar los territorios del Nuevo Mundo bajo dominio portugués y español y convertirlos en un gran imperio independiente gobernado por un descendiente de la Casa de los Incas. El plan presentado en Londres solicitaba la asistencia del Reino Unido y los Estados Unidos para ocupar militarmente las principales ciudades sudamericanas, asegurando que el pueblo recibiría a los británicos cordialmente y que se apresurarían a organizar gobiernos soberanos. A cambio de esta ayuda, el Reino Unido obtendría los beneficios del intercambio comercial sin restricciones y el usufructo del Istmo de Panamá, con el fin de construir un canal para el paso de navíos. Pitt aceptó la propuesta y comenzó a organizar la expedición.
    La Convención de Nutka en 1790 puso fin a las hostilidades, con lo cual la misión fue cancelada. Según los términos de este tratado, el Reino Unido reconocía la soberanía hispana en los archipiélagos del Atlántico Sur próximos al continente americano a cambio de asentarse en la Isla de Quadra y Vancouver. Así, los colonos británicos que se habían establecido hacía unos años en las Islas Malvinas abandonaron el archipiélago.
    En 1796 el gabinete de Pitt elaboró un nuevo plan de intervención en Sudamérica en respuesta a la decisión de España de aliarse a Francia. Pero la pérdida de Rusia y de Austria como aliados puso a Gran Bretaña en una situación más comprometida frente a los inminentes ataques de las flotas navales francesa, española y holandesa, por lo que el proyecto tuvo que ser nuevamente abandonado.
    El 5 de octubre de 1804, cuatro buques británicos interceptaron en las proximidades de Cádiz a una flota española de cuatro fragatas cargadas con oro y plata del Alto Perú. El botín, evaluado en unos dos millones de libras, fue enviado a Londres. En este contexto, Pitt dio a conocer el plan de Miranda al comodoro Home Popham, quien se convertiría en un entusiasta del asunto de Sudamérica. El 14 de octubre, Popham y Miranda presentaron a Pitt un memorándum que contenía detalles específicos para liberar Sudamérica y del cual Popham se valdría en 1806 para solicitar tropas para atacar Buenos Aires.
    Ante la indecisión de Pitt para autorizar un ataque al Río de la Plata, a mediados de 1805 Popham se alistó en una expedición que tenía como objetivo la captura del Cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur de África. Pitt le ordenó abandonar el plan de conquista de América del Sur por el momento.